Más allá de la discusión sobre la legitimidad de Evo Morales como presidente de Bolivia, lo cierto es que en estas últimas semanas hemos sido testigos de diversos actos violentos que nos hacen sentir que, en pleno siglo XXI, vivimos aún en las más rancias épocas coloniales.

-Miembros del movimiento cruceño queman la bandera Wiphala. Los hombres a manera de celebración incendian a plena luz del día el emblemático símbolo de los pueblos indígenas bolivianos mientras arengan "Sí, ¡se pudo!".

-Policías simpatizantes del movimiento cruceño arrancan de su uniforme la bandera Wiphala. Los policías cortan el símbolo de los pueblos indígenas dejando únicamente la bandera tricolor pegada mientras gritan "Ahora es cuando ¡Carajo! Ahora SI somos república, ¡Carajo!".

-Luis Fernando Camacho ingresa a Palacio Quemado, coloca en el piso la bandera tricolor, encima de ella una biblia; y, junto a esta última, la carta de renuncia de Evo Morales. Camacho señaló con anterioridad que no dejaría La Paz hasta lograr la renuncia de Morales y que "Dios vuelva a Palacio".

-Luis Fernando Camacho se retira de Palacio Quemado inclina la cabeza en señal de reverencia y abraza al hombre a su derecha que vocifera: "Hemos cumplido porque se ha dicho que la biblia está volviendo al palacio de gobierno. Nunca más volverá la Pachamama, hoy Cristo está volviendo aquí al palacio de gobierno. Bolivia es para Cristo. (...)."

Pero, ¿qué es lo que desata este tipo de violencia discursiva?

Hay algo llamado el "Indio Permitido". Silvia Rivera Cusicanqui, socióloga boliviana, indica que el “Indio Permitido” es aquel sujeto indígena que se encuentra validado por las élites en la medida que es un agente -si bien reconocido como igual-fundamentalmente sumiso. Frente a este "Indio Permitido" se yergue el "Indio Prohibido". Este indio es, más bien, un indio revoltoso, reivindicativo, y conflictivo. Para las elites, el "Indio Prohibido" representa un problema, pues ¿cómo lograr reconocer a un revoltoso como igual sin afectar sus propios intereses? De ahí que, las elites se encarguen de recompensar al "Indio Permitido" y condenar al "Indio Prohibido" a la exclusión.

No es novedad que desde que Evo Morales llegó al poder no ha hecho más que incomodar a las élites blancas, católicas, coloniales, machistas y hegemónicas bolivianas. Ejemplo claro de ello son las diversas modificaciones constitucionales que realizó durante su gobierno en favor del 62,2% de la población boliviana: los indígenas.

Dentro de las modificaciones que se encuentran directamente relacionadas con la violencia discursiva de estos últimos días, se podría nombrar 5 referidas a las bases fundamentales del Estado.

1. Evo hace de Bolivia un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías.

2. Evo resalta que la nación boliviana está conformada por naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, y las comunidades interculturales y afrobolivianas.

3. Evo marca la distancia entre las religiones y el Estado. El Estado ahora es independiente de la religión.

4. Evo reconoce como idiomas oficiales, además del castellano, a todos los idiomas de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, listando los 36 idiomas.

5. Evo incluye como símbolo patrio a la bandera Wiphala.

En simple, lo que hizo Evo a través de la nueva Constitución es retar, reivindicar y revolver discursivamente a las élites bolivianas. Las élites le otorgaron a Evo la oportunidad de ser un "Indio Permitido". Para ello debía aceptar de manera sumisa los derechos de los pueblos indígenas que contemplaba la Constitución del 2004 en un único y escaso artículo. Pero no. Evo decide ser el "Indio Prohibido" y enfrentarse a la religión, a los símbolos, al idioma, a la nación, y al modelo estatal previamente planteado por las élites. Morales decide, en otras palabras, enfrentarse a las propias bases del Estado Colonial de Bolivia para lograr un verdadero Estado Boliviano Democrático donde todos sus habitantes valgan igual, donde el arte indígena no sea más artesanía, donde los idiomas indígenas no sean más dialectos y donde las religiones indígenas no sean más expresiones espirituales.

Pues bien, ser el "Indio Prohibido" le ha valido hoy a Evo Morales y a sus simpatizantes las agresiones discursivas del empresario, hombre, blanco, católico, heterosexual, Luis Fernando Camacho y su séquito sexista y racista. Hoy, otra vez, como hace 500 años, la identidad indígena vuelve a ser sancionada con la exclusión, por ser los indios que no debieron ser.